Introducción
He decidido utilizar dos textos, uno de San Agustín de Hipona y otro de Boecio en los que se tratan las artes liberales, ahora procederé a intentar compararlos para ver puntos en común y diferencias
Textos
“Quien no se deje seducir de ellas y cuanto halla disperso en las varias disciplinas lo unifica y reduce a un organismo sólido y verdadero, merece muy bien el nombre de erudito, dispuesto para consagrarse al estudio de las cosas divinas, no sólo para creerlas, sino también para contemplarlas, entenderlas y guardarlas. Al contrario, el que vive esclavizado de los apetitos, sediento de las cosas transitorias, o también el que se ha libertado ya de ese cautiverio y vive en continencia, pero no sabe lo que es la nada, la materia informe, lo que está formado y no tiene alma, el cuerpo y la forma en el cuerpo, el espacio y el tiempo, la localización y la temporalidad; el que ignora qué es el movimiento local y el cambio, el movimiento estable y la inmortalidad; el qué no tiene idea de lo que es trascender todo lugar y todo tiempo y existir siempre, lo que es no hallarse en ninguna parte, siendo inmenso, ni encerrado en ningún límite de tiempo, siendo eterno; quien no sepa esto y se mete a investigar, no la naturaleza de Dios, a quien se conoce mejor ignorando, sino la naturaleza de la misma alma, caerá en toda clase de errores. Y más fácilmente responderá a esta clase de problemas el que tuviere conocimiento de los números abstractos e inteligibles, para cuya comprensión se requiere vigor de ingenio, madurez de edad, ocio, bienestar y vivo entusiasmo para recorrer suficientemente el orden indicado de las disciplinas liberales. Pues como esas artes se ordenan en parte al provecho de la vida, en parte a la contemplación y conocimiento dé las cosas, es dificilísimo adquirir su ejercicio, si no se emplea desde niño mucho ingenio, mucho entusiasmo y perseverancia.”
San Agustín de Hipona, de ordine.
Después de esto, calló un momento. Y cuando con un pausado silencio atrajo mi atención, prosiguió de esta manera:
-Si no me equivoco, al diagnosticar las causas de tu dolor y tu situación, lo que te duele es el apego y el deseo de tu estado anterior. Su pérdida, tal como te lo hace ver tu imaginación, está socavando tu espíritu. Conozco bien los múltiples disfraces de la fortuna, hasta el punto de prodigar fingidamente sus blandas caricias a los mismos a quienes intenta engañar, para luego abandonarlos repentinamente, sumidos en una insoportable desolación. Si recuerdas su talante, sus costumbres y su valor, advertirás que en ella ni tuviste ni perdiste nada de valor. Pero te aseguro que no me costará mucho traerte todo esto a la memoria. Solías atacarla con palabras viriles cuando se acercaba a ti para seducirte y extraías de mi santuario los argumentos necesarios. Reconozcamos, sin embargo, que todo cambio repentino de la situación acarrea cierta conmoción de los ánimos. Por eso, sin duda, perdiste momentáneamente, tu habitual serenidad.
»Es hora, pues, de que tomes y saborees algo ligero y agradable, que, al ser asimilado por el cuerpo, preparará el camino para una comida más sólida. Venga, pues, la fuerza persuasiva de la dulce retórica, que sólo sigue el recto camino cuando no se aparta de mis principios. Y con ella la música, doncella de mi casa, acompañándola con sus cantos, ya graves, ya ligeros.
»¿Qué es, pues, oh hombre, lo que te llevó a la tristeza y al llanto? Creo que has visto algo extraño e inesperado. Pero te equivocas si crees que la fortuna ha cambiado respecto a ti. El cambio es su conducta normal, su verdadera naturaleza. En tu caso particular se ha mostrado constante en su propia inconstancia. Es exactamente lo mismo que cuando te adulaba y te seducía con el señuelo de una felicidad engañosa.
Boecio, la consolación de la filosofía.
Presentación de los autores
San Agustín de Hipona nació el 354 en la ciudad de Tagaste en las provincias romanas del norte de África. Aunque su madre era católica y recibió una educación en dicha religión no la profeso realmente ya que la consideraba propia de gente inculta. Estudio en la universidad de Cartago y se metería en sectas de corte maniqueista. Se movió a Italia y después de lo que él mismo consideraría una vida dedicada a la búsqueda del mero placer terrenal conocería al obispo de Milán y tras establecer una amistad con él descubrió que en el cristianismo también había sitio para cultura y pensamiento. Debido a esta relación con el obispo terminaría por convertirse al catolicismo y se transformaría en uno de los padres de la iglesia ayudando a establecer el dogma de la misma.
Boecio nació en el 480 en la ciudad de Roma en el que en ese momento era el reino ostrogodo de italia. Pertenecía a una familia rica de linaje antiguo romano y de la que habían procedido dos emperadores y tres papas. A lo largo de su vida llevaría la carrera política llegando hasta el cargo de cónsul honorario. Debido a que cada vez ganaba más poder se empezó a conspirar en su contra lo que llevaría a su encarcelamiento y ante su negativa a ceder a las presiones que sobre él realizaron moriría ejecutado en el 524 acusado de conspirar en contra el reino ostrogodo en favor del imperio romano de oriente.
Contexto de las obras
En el caso de la obra de San Agustín de Hipona se debe entender que la obra está escrita dentro de los escritos en los que trata la razón y habla sobre ella. He decidido coger este texto ya que es de lo mas racionalista que escribe San Agustín y me parece correcto realizar la comparación con la obra de Boecio. En concreto en la obra sobre el orden de San Agustín de Hipona se va a tratar entre otras cosas la relación entre fe y razón y sobre todo ya que es lo que nos interesa cómo encaja en la vida de una persona con fe y creyente la búsqueda del conocimiento, es decir de las artes liberales, por medio de la razón. Al final se concluirá que la búsqueda del conocimiento es la búsqueda de la verdad y por tanto de Dios y por lo tanto de la felicidad
Por el otro lado en la obra de Boecio se puede ver cómo el autor dialoga con la filosofía en los momentos finales de su vida. Con la muerte acechando Boecio se replantea todo lo que ha hecho en la vida y por medio de la razón, es decir de la filosofía, se intenta consolar justificando todas las acciones que lo han llevado a dicha situación. El texto es la introducción del segundo libro de los cinco que componen la obra. Este segundo libro se titula “La buena y la mala fortuna: Bienes engañosos y bienes reales de una fortuna adversa o propicia.” Aunque el título es algo engañoso lo que viene a decir es que trata sobre Boecio pensándose si todos los males de su vida han sido por mera obra de la fortuna.
Conceptos a comparar
El primer concepto que voy a proceder a comparar es la forma en la que los autores entienden el comprendimiento del conocimiento.
Por un lado para San Agustín el conocimiento de las artes liberales es algo que requiere de un conocimiento sobre lo natural que nos rodea y que si no se realiza con cuidado puede terminar por llevarnos a grandes errores y para no caer en ellos es necesario ejercitar la razón y confiar en la fe “Pues como esas artes se ordenan en parte al provecho de la vida, en parte a la contemplación y conocimiento dé las cosas, es dificilísimo adquirir su ejercicio, si no se emplea desde niño mucho ingenio, mucho entusiasmo y perseverancia.” .
Si vamos al caso del fragmento de Boecio podemos ver cuando cita “Venga, pues, la fuerza persuasiva de la dulce retórica, que sólo sigue el recto camino cuando no se aparta de mis principios” que para el autor una arte liberal sea cual sea nunca se apartara de la verdad mientras no se salga de los principios ordenadores de la razón. En conclusión me parece que en este aspecto se puede ver como la visión de San Agustín respecto a las artes liberales es más negativa que la de Boecio ya que a su parecer es mucho más complicado llegar a la verdad por medio de ellas, mientras que para Boecio mientras sigan la razón llegaran a la verdad.
Al principio San Agustín habla sobre cómo las artes liberales son de vital importancia pero que uno debe cuidarse de no dejarse seducir por ellas pero tampoco debe permitirse pecar de lo contrario, es decir de alejarse de ellas por miedo o continencia.
Si contrastamos esto con el caso de Boecio podemos considerar que todo la obra de Boecio trata de como este busca consolación en las artes liberales, es decir busca dejar que le seduzcan estas para aliviar sus penas. Aquí volvemos a ver cómo San Agustín aunque es firme defensor del ejercicio de la razón tiene una visión mucho más cuidadosa de la misma mientras que en el caso de Boecio este se deja caer en las manos de la filosofía.
En relación con esto se puede ver como en un principio Boecio siente rencor hacia la fortuna por haberle abandonado pero la filosofía le justifica que la fortuna nunca ha estado con él o le ha abandonado sino que simplemente esta. Esto a mi se me semeja con la parte en la que San Agustín habla sobre que las artes liberales y la razón por ende pueden llevar a creer un error si no son tratadas con cuidado y el error que comete Boecio me parece que se podría colocar en esta categoría.
Conclusión
En resumen me parece que Boecio y San Agustín tienen una idea acerca de las artes liberales y de la razón bastante parecida. Ambos piensan que las artes liberales deben ser vías para alcanzar la verdad y por lo tanto lo correcto y bueno y por ende la felicidad.
La principal diferencia que veo entre ellos es que la visión de San Agustín le quita peso, importancia e infalibilidad a la razón y la hace depender de la fe y las virtudes, mientras que en el caso de Boecio parece que las artes liberales son casi infalibles y parece creer que la razón por sí sola es capaz de llegar a la verdad.
En resumen son puntos de vista parecidos, de hecho es probable que Boecio leyese a San Agustín. La principal diferencia es que Boecio tiene una visión mucho más racionalista de la verdad mientras que San Agustín como es propio de él da una visión que aunque basada en la razón tiene muchos elementos espiritualistas.